Si no tienes demasiado tiempo para visitar Tailandia, como
nosotros, que con solo 10 días no tuvimos tiempo de visitar el norte, y además el sur,
y además disfrutar de todo, puedes visitar los alrededores de Bangkok y no
perderte la selva. Hay muchos parques naturales a pocas horas de distancia en
coche de la capital. Nosotros elegimos el parque nacional de las cascadas de
Erawan. Como además no queríamos perdernos los archiconocidos mercado flotante y
el puente del río Kwai, decidimos hacer un tres en uno, con furgoneta y guía.
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Puestos flotantes |
Empezamos la ruta por el mercado flotante, a una hora de
distancia desde Bangkok. Sin duda este mercado se ha convertido más en un
reclamo turístico que en el verdadero mercado flotante que debió ser antaño. Se
puede visitar andando o incluir también en la visita un paseo en barca de motor
por los canales del río, donde hay casas y pequeños embarcaderos en las
orillas. Nosotros cogimos el barco y una vez en el mercado paseamos por los
márgenes del río probando todas las frutas
tropicales que veíamos. También se puede visitar el mercado en barca de
remos, llevadas por mujeres mayores con sombreros típicos y crema solar, son las reinas de los puestos del
mercado.
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Cascada piso tres |
Cargados con frutas varias, nos dirigimos al Parque de
Erawan. Llegamos cuando más calor hacía, así que nos bañamos nada más llegar y
en todas las cascadas según íbamos subiendo los siete pisos. La sorpresa fue
que también era muy turístico, con un enorme parking, bares y restaurantes,
baños y duchas en perfecto estado, asistencia médica, todo muy cuidado. Aparte
de los turistas extranjeros, sobre todo soviéticos, había bastantes tailandeses
disfrutando del baño con los niños, en pareja y en grupo. También pasaban el
día con los visitantes los monitos del parque, que se entretenían cogiendo
cosas del suelo y subiéndolas a los árboles, y en el agua te encontrabas con peces
diminutos, y no tan diminutos, que te daban mordisquillos en los pies para
comerse las pieles muertas que se van produciendo en nuestra epidermis. Se llaman ‘peces doctores’ y en
Tailandia hay por todas partes sitios que ofrecen este tipo de masaje. A mí la
verdad es que me producía más inquietud que relajación.
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Atardecer en el río Kwai |
Después del baño pusimos rumbo al famoso puente
sobre el Río Kwai. Allí puedes subir a un tren turístico y recorrer el
llamado desfiladero de la muerte, en alusión a todas las vidas de prisioneros
de guerra de japoneses que se cobró la construcción de estos raíles antes de
que terminara la Segunda Guerra Mundial. También puedes cruzar a pie el puente
y llegar al final de las vías que nunca llegaron a Birmania. Nosotros decidimos
cruzar andando el puente, tomar miles de fotos de las maravillosas vistas de
este impresionante río y disfrutar de una cerveza fresquita en una de las
terrazas que había en los selváticos márgenes del río, mientras veíamos
atardecer. Con tiempo, puedes alojarte en la tranquila cuidad donde se
encuentra el puente, Kanchanaburi, y pasar unos días allí.
Llegamos agotados a Bangkok, desde Kanchanaburi teníamos
todavía dos horas de viaje hasta la capital, pero antes de plegar velas cenamos
cerca del hotel en un restaurante que nos recomendó el guía, Mango Tree. Como su
nombre indica cenamos bajo un enorme árbol de mango comida
típica tailandesa, muy picante, muy sabrosa, y terapéutica también.
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